Cuento Infantil
Había una vez un señor que estaba cansado de vivir en el país donde había nacido, porque cambiaban todas las leyes de un día para otro. No le iba mal; tenía trabajo y un oficio. Pero tenía 3 hijos y pensó: -no me gustaría que mis hijos vivieran en esta zozobra permanente. Entonces, habló con su esposa y con sus chicos (eran muy pequeños todos); tomó una valija y buscó donde estaría mejor.
Llegó a un país donde estaba un amigo que lo recibió en su casa. Y le dijo dónde poder conseguir trabajo de nuevo. Lo consiguió enseguida.
Y empezó a vivir en un país distinto. Solo, porque la familia estaba en Buenos Aires. Él extrañaba su casa, sus hijos, su mujer. Pasó un año así, hasta que pensó y se dio cuenta que ya podía llamar a todos y reunirlos en su nueva casa, en ese nuevo país. Así lo hizo.
Primero vinieron los 2 hijos varones, y luego, al cabo de un tiempo, llegó su mujer con la nena menor.
Todos tuvieron que acostumbrarse al nuevo país, a una nueva ciudad y a otra casa. A estudiar en otro colegio, a aprender otro idioma. A hacerse de nuevos compañeros. Y los padres a intentar vincularse para tener algunos amigos.
Porque todos los amigos estaban en Buenos Aires. También la familia. Era muy duro. Muchas veces se plantearon volver. Muchas veces lo olvidaron.
Se fueron encontrando poco a poco, con gente de la ciudad o el país de donde habían venido. Se hicieron amistades nuevas. Muy pocas.
Para los hijos fue mucho más fácil. Poco a poco, se fueron acostumbrando.
Las visitas de la familia hacían más pasable su vida, pero siempre se extrañaba.
A pesar de eso, se fueron suavemente afianzando todos en la ciudad que se llama Barcelona.
Los hijos crecieron y estudiaron; los trabajos de los padres se fueron sucediendo. La mamá, abogada, montó un estudio. El papá, arquitecto, hizo obras, dio clases en la Universidad y trabajó en la profesión.
Muchas veces pasaron malos momentos y se sintieron lejos de los afectos, pero la familia apoyó y se hizo como una piña de fuerte.
Ahora pasaron 22 años que se fueron de Argentina, que siempre está en un lugar del corazón de todos. A veces vuelven a Buenos Aires y se rencuentran con los viejos amigos, con los compañeros del Nacional, y lo pasan bien. Pero luego de pocos días ya extrañan Barcelona y quieren volver.
Luego de pasado un tiempo, extrañan Argentina y desean volver... Y así pasan los años. Añorando un sitio cuando están en otro y al revés. Es lo que tal vez, se llame exilio o desarraigo.
Es lo que sucede cuando no eres de un sitio, ni de otro. Ese es el precio de haberse ido.
Pero ya es tarde para pensar en la vuelta. Todos, los grandes y los chicos, están establecidos. Hay nietos. La vida de esta familia será así siempre. Medio en un sitio y medio añorando el de origen.
Porque cuando emigras, las raíces quedan en tu país de origen. No se cortan ni se cortarán nunca. Permanecen y orgullosamente sobreviven. Y nosotros estamos muy orgullosos de ello.
Este modesto cuento es la historia de la Familia Weissmann. El señor, es quien les escribe. Me llamo Fernando. Mi esposa se llama Inés Bermann y llevamos 41 años de casados.
Mis hijos Román, tiene 38 años está casado, nos dio 2 nietos y es Economista. Martín de 35 años, es Fisioterapeuta y se casa dentro de 5 meses y Denise tiene 27 años y está en Ventas.
Si quieren les cuento otra historia de cómo es Barcelona y cómo vivimos acá. Qué es parecido y qué es diferente.
Un abrazo a todos desde el frío del invierno Catalán.
Continuará...
¡¡Gracias Fernando!!
Continuará...
¡¡Gracias Fernando!!
